Ryanair nos hace vivir en el alambre cada dos meses. Habrá quien diga que todas las compañías aéreas terminan teniendo problemas de todo tipo y no le faltará razón. Pero parece que la empresa irlandesa no gana para sustos y, con ella, nosotros los pasajeros. Y es que no se puede olvidar que al final los verdaderamente afectados por cualquier mínimo inconveniente somos siempre los viajeros que esperamos ansiosos las salidas de los vuelos para seguir poniendo chinchetas de colores en nuestro mapamundi.
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UN VISTAZO RÁPIDO
Dejando a un lado retrasos más o menos lógicos (o habituales), nuestra experiencia con Ryanair no es especialmente mala. Es más lo que nos han contado amigos y familiares que lo que hemos sufrido en carnes propias. A decir verdad, comparada con compañías de las que presumen de no ser low cost, podemos asegurar que en general nuestros viajes con Ryanair han salido de media bastante más puntuales.
Muy distinto fue lo que ocurrió en un vuelo a Italia hace cinco o seis años. Esperábamos para salir en Santander con destino a Pisa. Una de esas escapadas rápidas en las que cada hora cuenta. Dos horas antes de la salida oficial, allí estábamos. No teníamos que facturar, pero preferimos por una vez ir con tiempo de sobra. En las pantallas ni siquiera aparecía el temido delayed, así que pensábamos que todo iba en orden. Sin embargo, a falta de una hora apareció el anuncio del retraso. “Bueno”, pensamos, “ojalá sólo sea un ratín”. Aun así, preguntamos en la línea de facturación por si alguien nos daba alguna pista. Pero allí nadie sabía nada, salvo que el avión provenía precisamente de Pisa, llegaría, nos recogería y volvería de nuevo a la ciudad toscana.
Cuando había pasado una hora del momento en que estaba previsto el despegue y sin información de ningún tipo, tiramos de internet. El aeropuerto italiano funcionaba con aparente normalidad, pero las aplicaciones sobre salidas y llegadas nos dejaron claro que ni siquiera había salido todavía. Imagina el jarro de agua fría…
Finalmente tardamos cinco horas en embarcar y coger destino hacia Pisa, sin ninguna información de ningún tipo. Además, sólo a última hora, cuando ya nos llevaban los demonios un trabajador de la compañía nos dio unos tickets para la cafetería, que más tarde descubrimos que tendría que habernos ofrecido muchísimo antes.
Normalmente, la historia habría terminado con un montón de pasajeros enfadados desahogándose en las redes sociales. Sin embargo, ya en Italia descubrimos que el día anterior habían encontrado junto a la valla del Galielo Galilei una bomba de la Segunda Guerra Mundial y que había estado cerrado 24 horas. Esto provocó que todos los vuelos sufrieran retrasos (más que comprensibles) de muchas horas durante casi tres días. Pero a nadie en Ryanair le pareció bien informar de ese detallito sin importancia a sus pasajeros. Cabe preguntarse para qué demonios piden teléfonos, correos electrónicos y hasta una gota de sangre de unicornio para montar en un avión…
Pasado el tiempo recordamos entre risas el día de la bomba italiana, pero menos risas han hecho todos los afectados por los miles y miles de cancelaciones de 2017. Si Norwegian fichó a media plantilla de pilotos o lo que sea… es algo secundario para la persona a la que le arruinan las vacaciones o no llega a una importante reunión de trabajo. La cuestión es que media Europa perdió billetes que tenía reservados desde hacía mucho tiempo.
¿La compensación? Una promoción de lavado de imagen brutal poniendo una barbaridad de pasajes a precio de saldo. Una oferta interesante para buscar nuevos viajes o destinos, pero ¿el que perdió tres o cuatro días en sus vacaciones de dos semanas? Una cosa no compensa la otra, pero la legislación es así de facilona en ocasiones para las grandes empresas y de paso, una vez más todo acabó sirviendo para tener una publicidad descomunal ya que nuestra memoria tiende a parecerse a la de Dori, la simpática amiga de Nemo.
Ryanair fue la primera compañía en volverse realmente idiota con el equipaje de mano. No, no nos referimos al tamaño milimétrico que deben tener la maletita de cabina. No. Hablamos del bolso, bandolera, riñonera o lo que cada uno use para llevar las llaves, la cartera, el móvil y la documentación.
Para los irlandeses, o llevaban ropa en una maleta o la bolsita con el carnet de identidad. ¿Cuántas veces te ha pasado que ya en la cola para montar en el avión te han hecho meter el bolso en la maleta? Es más, al principio ni los propios empleados tenían claro cómo ejecutar la orden y las mujeres podían llevar un bolso, mientras los hombres no porque se entendía que no era una accesorio propio de su género. ¿!WTF?!
Finalmente tras meses, incluso algunos años de batalla, se consiguió que se dejaran de tonterías y que todos pudiéramos embarcar con la bolsa de mano y la maletita de cabina. El problema, y esto es cierto, es que la mayoría de los aviones no tienen espacio suficiente para que los 180 pasajeros guarden ambas cosas en los compartimentos cerrados.
La solución para la compañía low cost más famosa del mundo ha sido tajante. ¿Quieres llevar la maleta en la cabina contigo? Muy bien. Pues vas a pagar prioridad de embarque. Así de fácil, para ellos. Así de práctico, para el personal de vuelo. Así de caradura, para los pasajeros.
La polémica está servida. A partir del 18 de enero de 2018 no habrá más opción. No es un precio alto. Eso es evidente. Pero ¿por qué pagar por algo que se entiende que es inseparable en la casi totalidad de los viajes? Sí, la mayoría de los desplazamientos en avión los hacen personas que pasarán como mínimo dos días fuera de su casa y no querrán que la ropa interior se tire a la calle ella sola buscando una lavandería.
La compañía no ha tardado en salir a la palestra a aclarar las dudas. Y la respuesta calma muchos ánimos, aunque no todos y tampoco es muy seguro que ésa fuera su intención inicial. Resulta que para que no se produzcan los problemas de espacio que suelen darse, absolutamente todas las maletas viajarán facturadas en la bodega del avión. Eso sí, cada pasajero podrá llevar una de las pequeñas completamente gratis. Lógicamente si hablamos de las grandes, el tema funcionará como hasta ahora.
Quieres llevarla contigo porque no quieres perder tiempo en el aeropuerto de salida facturándola, ni en el de destino esperando a que salga en las cintas. No pasa nada. Pasas por caja y un amable trabajador de Ryanair te mostrará su mejor sonrisa. La pregunta que nos hacemos es qué ocurre con viajeros un poco particulares como somos nosotros y quizá tú que nos lees: ¿vamos a facturar la maletita con el ordenador y la cámara dentro? Parece poco probable, ¿verdad?
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¿A ti qué cara se te ha quedado cuando te has enterado de esta novedad? ¿Acabaremos viajando de pie en los vuelos de Ryanair? ¿Llegaremos a tener que utilizar nuestras propias piernas como tren de aterrizaje como si fuéramos los Picapiedra?
8 Comments
Lo peor es que hay destinos que o viajas con Ryanair o te dejas un riñon. Por ejemplo Dublin desde Barcelona te puede salir por unos 120 euros en Ryanair imagina el resto. Claro que se puede ir más barato pero cuando uno tiene una fechas concretas para viajar no puede hacer muchos malabarismos. Los chollos casi que solo los pueden aprovechar loq eu tienen mucha disponibilidad y creo que para eso tendre que esperar a la jubilación. Si es que cuando yo sea vieja aún existe eso. En fin.
A nosotros lo que nos da miedo es que sigan diciendo que hay que pagar por esto y por lo otro… Y deje de ser una compañía low cost…
Es que eso, Ryanair es lo más cuando va todo bien, pero como algo salga mal es lo peor! La mayoría de nuestras experiencias con ellos han sido buenas y creo que juegan con eso: la gente al final coge vuelos con esta compañía. Un besote enorme y feliz entrada de año!
Nosotros la utilizamos bastante… Y nos da mucho miedo que deje de ser low cost… ¡Feliz año para tí también María José!
Nuestra experiencia hasta ahora con Ryanair siempre ha sido positiva, pero la verdad que tiene cosas muy desagradables, casi siempre se coge el avión en el ultimo rincón del aeropuerto, el miedo al peso en las maletas, los sorteos y la lata que dan en el vuelo, y sobre todo saber que a sus trabajadores no los tratan bien ya me quitan muchas ganas de viajar con ellos
Nosotros no sabemos si los tratan bien o no a los trabajadores, pero desde luego los sorteos dentro del autobús es un auténtico infierno… 😉
De verdad que es una vergüenza esto de Ryanair. Y sin embargo, siguen creciendo como la espuma. A veces de verdad es que parecemos tontos. Yo el primero. Pero chicos, gracias por compartir vuestra experiencia con todos! Un abrazo!
¡Ay! Es que como sigan así… ¡Nos pierden Daniel!