Acre, San Juan de Acre o Akko. Fueron los griegos la que la llamaron Akos (curación) porque hay una leyenda que dice que Hércules recogió allí unas hierbas medicinales para sanar sus heridas.
Lo cierto es que poco se habla de Acre con lo bonita que es. Se puede visitar desde Tel Aviv (117 kilómetros), Nazaret (45 kilómetros) o desde Haifa (22 kilómetros).
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UN VISTAZO RÁPIDO
Para nosotros es completamente imprescindible ver sus murallas, los alminares, cúpulas de las mezquitas, playas y sobre todo su ciudad subterránea.
Para entender lo interesante que es Acre hay que saber que por esta ciudad han pasado los cananitas, los fenicios, griegos, romanos, árabes y llegó incluso a ser casi destrozada.
Pero en 1749 el jeque Zahir El Amr dijo que quería vivir en Acre y la ciudad fue fortificada por un soldado que era conocido como “El carnicero”. El mismo Napoleón quiso invadir la ciudad pero no pudo, ¿te imaginas sus murallas?
Sabrás cual es porque su alminar se ve desde toda la ciudad. Se construyó encima de la catedral y es una de las más grandes de Israel. A la derecha e la fachada hay un edificio con dos sarcófagos con los restos del famoso carnicero.
La entrada cuesta 10 shekels, pero al guarda de seguridad le caímos bien, y dijo que estaba encantado con que viniéramos de España. Decía que Ronaldo le dio un millón a los refugiados, y que nos dejaba pasar gratis. 😉
Es la principal visita de la ciudad y está enfrente de la mezquita El Jazzar. Hoy en día se llama la ciudad subterránea, pero era la propia ciudad. En el mandato británico esta zona se utilizó como prisión y hoy en día se puede ir a conciertos. ¡Nosotros fuimos a la ópera!
Es increíble ver que lo que estás viendo lo han hecho los Cruzados (s. XII) y arriba los turcos (s. XVIII). Es como si visitaras la ciudad del pasado. Se pueden ver capillas con tumbas, ilustraciones de la Edad Media…
Y además que la guía que tuvimos fue fantastica a otro nivel (se llama Pascale y es francesa pero habla español perfectamente), con ella jugamos a “juegos de la Edad Media” y nos hicimos fotos que no tienen desperdicio.
Gracias a Pascale nos enteramos que los trabajos de arqueología van poco a poco. Cuando empezó a trabajar como guía hace muchos años, ella entraba por ejemplo por una puerta que hoy en día está como a tres metros hacia arriba. ¡Increíble!
Es el baño turco y es superinteresante porque tiene una recreación de cómo eran realmente esos baños turcos y te hace meterte en la historia de lleno. Se utilizó hasta los años cuarenta.
En la época de estos baños vivían unas 30.000 personas lo cual es una barbaridad. Y Pascale nos contó mil historias como que en los inodoros que había, los sirvientes se sentaban primero para calentar la taza y el papel higiénico era oreja de conejo.
Es una maravilla pasear por el paseo marítimo de Acre y además puedes ver una puesta de sol maravillosa. Allí verás las dos fortalezas en las esquinas y sus murallas del siglo XII.
Es muy curioso. Por lo visto si pasaban por un barrio les cobraban impuestos, así que los templarios que eran muy listos, hicieron un túnel para poder pasar de largo el barrio y poder vender tranquilamente en el mercado. ¡Se puede pasar por él!
Si quieres ver un ambiente local y tradicional tienes que ir al puerto. Es muy probable que allí estén los pescadores arreglando sus redes. Además, allí mismo está la mezquita de los pescadores que tiene una cúpula colorida preciosa.
Es el caravasar (kan) más grande y mejor conservado de Israel. Es un gran patio que está rodeado de columnas y debido a su proximidad al puerto es donde se comerciaba y llegaban vendedores de todas partes e incluso dormían allí en unos albergues.
En la entrada hay una torre con un réloj (muy curioso, fíjate en los número que están escritos en árabe, romano y hebreo). Esta torre se construyó para conmemorar las bodas de plata del sultán Abdul Hamid II (también se hizo otra en Jaffa por el mismo propósito) 😉
Es la más bonita con además mucha diferencia. Es espectacular por fuera porque además cuando vas por el paseo maritimo llama la atención, pero es que por dentro es pequeña, blanquita… Parece salida de Grecia.
Esto era lo primero que veían los comerciantes cuando llegaban a Acre y fue construída en 1737, cinco siglos después de la llegada de los franciscanos a Acre.
Lo curioso es que los franciscanos han conservado muchísimos lugares en Israel en general y en Acre por ejemplo siguen gestionando esta iglesia, el convento y la iglesia anexa de San Francisco, una parroquia, una escuela y el Khan el Franj.
Nosotros no fuimos a la playa porque fuimos en invierno y preferimos pasear por la bonita ciudad de Acre, pero dicen que esta playa conocida como “la púrpura” es una de las más bonitas de la costa israelí.
Practicamente está en una calle bastante larga que atraviesa casi todo el pueblo. Allí puedes comprar no sólo comida, sino también cosas para la casa y utensilios del día a día. Se nota que no es un mercado para turistas, sino local.
En Acre se puede comer muy bien. Eso sí, tampoco es barato. Aunque Israel es que es caro en general. Aún así ya sabes que nosotros siempre intentamos ir a lo auténtico, a lugares especiales y donde comen los locales.
Dicen no sólo que sea el mejor hummus de Acre sino que puede que lo sea de Israel, así que como te puedes imaginar fuimos a probarlo. Es un sitio muy local, grande en el que predominan los hombres.
Nosotros nos pedimos un hummus clásico y una cocacola y te ponen unos entremeses de pepinillos, aceitunas, tomate, cebolla y pimiento. Y cuando te llega el hummus… ¡Te viene un recipiente por si le quieres echar más aceite!
Nosotros no somos unos expertos en hummus ni mucho menos, pero la diferencia de este con otros es que tiene muuucho más aceite de oliva. Ese es el secreto de este sitio. Y su precio, claro. Sólo nos costó 24 shekels. Abre al mediodía y cuando se acaba el hummus, se acaba.
La ubicación de este restaurante es perfecta (al lado del puerto) y además el hecho que cierre tarde la cocina para los españoles también es una maravilla. Aquí comimos sobre todo pescados y verduras. ¡Todo muy rico!
Nos pusieron muchos aperitivos, y cuando pensábamos que todo había acabado… ¡Vino el pescado y luego el postre! Es imposible no salir rodando de este sitio, pero es que estaba todo muy bueno. Podría decirse que es el mejor restaurante de la ciudad.
No tenemos ni la menor idea de por qué le han puesto este nombre a este local de comida rápida israelí pero así es. Creemos que si no es el más barato es uno de los más baratos. Y el tamaño de la comida da miedo. Pedimos un hummus con falafel para compartir y con eso ya hubiéramos comido. Nos sobró casi toda la comida y nos la pusieron para llevar…
En Acre puedes comprar las cosas ricas que se comen en Israel como dátiles y frutos secos. ¡Hay por todos lados y son riquísimos! Pero por supuesto también puedes comprar, arte, joyas…
Es una tienda de artesanía donde tienen objetos muy especiales. La mayoría son platos, jarrones… Pero también tienen collares. Todo clasificado según lo han hecho los diferentes diseñadores de Acre y la zona.
Aquí puedes comprar joyas entre 150 y 200 shekels (unos 40 euros). Hacen un trabajo muy especial porque convierten monedas israelíes en anillos. Sandra se compró uno superbonito que eran dos monedas.
Es la típica tienda de joyas modernas. En esta tienda se mezcla el arte y lo moderno. Los anillos son auténticas maravillas y los cuadros tienen un carácter muy alegre que podrían decorar cualquier estancia de nuestra casa.
Además, la dueña de la tienda, te recibe con una sonrisa por lo que estar allí es un placer. Ella tiene otra profesión pero sentía la necesidad de expresar su arte y sin duda ha acertado con la aventura.
Nosotros dormimos en un hotel boutique que era ideal: Akotika. Tuvimos la suerte de estar en una habitación maravillosa desde la que se veía el mar y además comunicaba con un salón que se compartía con otras habitaciones y donde había un balconcito en el que nos podríamos quedar toda la vida.
Pero luego nos cambiaron a otra habitación que no daba al mar pero la llamaban la habitación romántica y es ¡tenía un jacuzzi en una habitación sin paredes!
También nos encantaron los desayunos. Se puede desayunar al aire libre viendo el mar o en una cafetería pequeñita muy acogedora donde además de tener una gran variedad te hacen un plato caliente. ¡Te recomendamos la shakshuka!
Y por supuesto cada vez nos damos más cuenta de lo importante que es la salud. ¡Sin salud no hay viaje que valga! Y nosotros ya hace años que viajamos con Iati porque nos parecen superprofesionales. Y si contratas el seguro a través de este enlace además te hacen un descuento.